Considerada la segunda potencia del mundo, China ha demostrado que tiene la capacidad para crecer más allá de lo esperado por los expertos. En el primer trimestre de lo que va del año 2022, su crecimiento económico ronda el 4,8% a pesar del efecto dejado por la Covid19 y el enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania. La meta china es alcanzar el 5,5% aunque se trate de porcentajes menores a los logrados en los últimos 30 años.
El pasado año, el producto interior bruto de China creció un 8,1 %. Para 2022 estaba previsto que creciera entre 5 % a 4,3 %. China se ha recuperado y proyecta vencer las secuelas de la pandemia, acelerando su actividad productiva. El FMI había pronosticado el crecimiento de China con una expansión estimada del 1,9 %, a la que se sumaría un crecimiento del 8,2 % en 2021, el más alto en casi diez años.
Con gran ánimo y arrojo los chinos han declarado que este será un año para crecer. «Pekín se ha trazado un objetivo tan alto porque este es un año políticamente importante», explicó Michael Pettis, profesor de Finanzas de la Universidad de Pekín al referirse al XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), programado para octubre y en el que se espera que el presidente, Xi Jinping, renueve su liderazgo para llegar a un tercer mandato.
El líder chino ha iniciado su campaña para gobernar China por cinco años más; un tercer turno que nunca antes fue alcanzado por sus predecesores. Existe una relación estrecha entre las metas económicas de la potencia y la consolidación de la figura del mandatario –diseñada para convertir la economía China en un sistema económico moderno – cuya política exterior ha sido relativamente exitosa contribuyendo, además, a la estabilidad económica de países cercanos.