Santo Domingo.- Con Rango de Honor (Carlos Salcedo) se produce un fenómeno perceptivo que supera la sola mirada del cinéfilo atraído a ver una cinta de acción, dimensión cinematográfica que opera como lo hace el plato de miel frente a las abejas.
La diferencia radica en que, además de sus escenas de acción, de suspenso y comedia, Rango de Honor está orientada proyectar narcotráfico y corrupción, con la diferencia de otros filmes de que presenta el impacto de esas dos actividades en la familia, reflejando la crisis de valores y la necesidad de una orientación existencia ética y hasta de fe cristiana, sin excederse en evangelizar, como es la tendencia recurrida en los religiosos que hacen cine.
Hay películas que satisfacen esa natural necesidad del cinéfilo de disfrutar hora y media de un producto audiovisual, parte de una amplísima, casi infinita, paleta de temas, para divertirnos, exponer conceptos, hacernos vivir sus giros dramáticos o disfrutar sus lances hacia la comedia,
Algunas producciones se dirigen hacia el estímulo y promoción de ideas y valores además de denunciar males estructuralmente establecidos. Es en este punto en el cual Rango de Honor se transforma en una oportuna referencia en cuanto a su concepto.
La producción cinematográfica está inspirada en el libro aún inédito “La Tercera Frontera” del periodista dominicano José P. Monegro, director del periódico El Día, y el resultado, en este plano, satisface y llena de orgullo el ver como un establecido y respetado director de un medio impreso de tanta difusión, haya sacado el tiempo para embarcarse en la afición por la narrativa y encima, ser productor ejecutivo de una empresa tan desafiante y exigente, como el de lograr una versión de cine.
Lo promedio, lo excelente, lo superable
Rango de Honor, cinematográficamente, ofrece un panorama variado de elementos de producción, saliendo airoso como cine al final de la evaluación, a pesar de lo genérico de su desarrollo y su atadura a las conocidas fórmulas de cine.
Lo mejor es la forma en que conduce Carlos Salcedo sale a buen trecho para contar una historia.
Algunas actuaciones estereotípicas, sobre todo de Ozuna, quien hace El Moreno, con un trillado discurso, y sólo en par de momentos agrega originalidad y gracia, lo que se nota en la transición del drama a la comedia y un uso tan inadecuado del cuerpo de la mujer como objeto de las pasiones masculinas.
Ozuna da buen papel, pero debió esforzarse más. Tuvo una escena que debe quedar como ejemplo de creatividad inolvidable: el de la risa intrínseca, expresión que impactó en el público, sabiéndonos objeto de un excelente interpretativo de un actor que como Ozuna es un actor académico y chispeante. El merece otro protagónico alejado de los modelos conocidos.
El resto del elenco, Jalsen Santana (Junior), Antony Álvarez (Bennet James), Liza Blanco (Adabel Del Monte), Angeline Monegro (Vielka, periodista) y René Castillo Oficial Andújar) se entregan con arrojo, dándonos una sensación de creerles sus papeles.
Es notable el empeño en buscar locaciones (que para los dominicanos resultan conocidas – el edificio de Publicaciones interiores, sus redacciones periodísticas, la Biblioteca Nacional que transforma en cuartel general policial y notable buena la adaptación del guión de Eudis Cordero (productor y guionista de A ritmo de fe, 2013).
Uno de los logros técnicos más importantes es la banda sonora y la musicalización. La fotografía refiere un buen trabajo en general pero en algunas escenas interiores, la sentimos oscura y opresiva, lo cual, a menos que haya buscado ese efecto, es un fallo y la musicalización. La edición es ordenada de acuerdo con el librito, pero sin riesgo de buscar otras formas de concebir la sucesión de las escenas.
Rango de honor es un filme digno, respetuoso y esencial para ser disfrutado, a pesar de algunos fallos, que debe ser respaldado desde su llegada a cartelera.
José Rafael Sosa.