El sargazo está en boca de todos. Se trata de un alga color café que, en temporada de calor, se multiplica en abundancia y suele estancarse en las playas del caribe mexicano. Ahí, comienza a descomponerse y esto ocasiona distintos problemas.
Por un lado, le pega al turismo, pues la presencia del sargazo en descomposición puede ser muy incómoda para los viajeros. Por otro lado, lastima mucho los ecosistemas del mar, pues como impide el paso de luz y reduce la concentración de oxígeno, puede provocar la muerte de peces, corales y tortugas.
La presencia de sargazo ha incrementado muchísimo, ya que, entre más altas son las temperaturas, más prolífera, porque aumentan en el agua las concentraciones de los nutrientes que necesita para crecer. Y tenemos tanto sargazo a la mano que ya no sabemos ni qué hacer con él.
Lo ideal es, por supuesto, limpiar las playas, no solo para mantener su espectacular imagen; también para salvar a las especies afectadas. Pero, después de recogerla ¿Qué hacemos con todas esas toneladas de alga que, a primera vista, no parece ser de mucha utilidad?
Felizmente, el ingenio mexicano no tiene límites y hemos encontrado en el sargazo una increíble materia prima que es perfectamente ecológica, biodegradable y muy versátil. El sargazo ha inspirado a distintos diseñadores y científicos locales para generar productos que aprovechan al máximo (y de la mejor manera) esta crisis ambiental.
Omar Vázquez Sánchez es un pequeño empresario originario de Quintana Roo. Él descubrió que el sargazo sirve para hacer resistentes y eficientes ladrillos que sirven para construir casas ecológicas y a muy buen precio. Con su proyecto, además de ayudar al medio ambiente, está apoyando a las comunidades de bajos recursos de la zona.
De sargazo se puede producir una pulpa que sirve para hacer un papel con textura y apariencia muy similares a las del papel amate. Pero además de ser muy bonito, es completamente sustentable y un perfecto sustituto al papel convencional, cuya producción implica múltiples procesos contaminantes.
Si te enamoraste de estas libretas, puedes comprarlas en Sargánico, quienes también se dedican a hacer manteles, portavasos y otros objetos útiles. Esta iniciativa, por cierto, fue creada por la ingeniosa joven Victoria Abril C. Morfín con apoyo de su mamá, ambas de Cozumel.
Como se explica en este artículo de El Financiero, un grupo de investigadores de la Unidad de Energía Renovable del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) logró desarrollar biogás a partir del sargazo acumulado en las playas del caribe.
Como relatan los investigadores, a través de su metodología, han logrado obtener alrededor de 104 litros de gas por kilogramo del sargazo degradado y este puede ser empleado como combustible para autos, aunque aún continúan experimentado. Pero el panorama pinta muy bien.
De forma muy honesta, aunque también un poco cínica, no está de más afirmar que, entre toda la basura que hay en el mar, el sargazo es posiblemente una de las más nobles porque es orgánica. El verdadero enemigo es el plástico. El equipo de Renovare Ocean se propuso lidiar con ambos tipos de desecho.
Así nacieron estos increíbles tenis hechos de sargazo y plástico reciclado. Por si fuera poco, un porcentaje de cada par vendido se dona para limpiar y recolectar sargazo en el mar y las playas del caribe.
Fuente: https://masdemx.com/2019/07/productos-hechos-sargazo-mexico-caribe-crisis-playas-solucion/